Estrellas que son vida en el desconsuelo de las noches…
Risas como cascabeles, rosas como impureza.
Caprichos del destino, cruel como lo es la condena.
Aventuras desgarradas por el tiempo, curtidos los pasos,
sangrante la alacena de recuerdos, escondrijos siniestros.
Caricias al aire, planetas olvidados, niños, juegos, preguntas, versos.
Dieciocho años caminando, dieciocho estrofas, canciones, ruegos.
Vidas ajenas al murmullo del desierto, vidas preocupadas en la niebla,
perdidas en deseos de chapa, en cenizas que antes eran cuerpos.
Principio de un Principito que tropieza y estrecha sus pasos
encadenados al interrogante más sabio, más mudo, más cierto.
Principito que camina desde otro mundo, desde el cielo inverso.
Dieciocho los consuelos de un pasaje y de unas páginas, de un recuerdo.
Risas como cascabeles en las noches, risas como cosquilleo inquieto,
risas que caminan en mis sueños.
Escalofriante cordura y desmesurada insensatez,
manicomio de sinceros ¡nobles principitos diestros!
Embriagador es el olor de los deseos,
embaucadores los dueños de las sombras que comprar a largo plazo mentes
recriminadas, castigadas al delirio del razonamiento.
Principio de un Principito portavoz de nuestra voz dormida,
principio de risas, de olvidos, principio de largos ecos susurrados, perpetuos en el tiempo.
Pies que danzan sobre pentagramas y levantan arena mojada por lágrimas de cemento.
Dieciocho pasos, dieciocho gotas recorriendo despacio mi cuerpo.
Hormigueo de sensaciones vivas,
batallas armadas de amor y odio confluyendo en el campo desierto,
de memorias secas, arado por el viento.
Vida y muerte en un mismo suspiro, en un mismo parpadeo.
Corderos rabiando, asesinos del encuentro.
Riña de voces auscultas en el cerco del alma y,
aplausos que rompen el negativo de imágenes guardas, vividas en otro tiempo.
Viejos corazones que vagan ahora sumisos al devenir de sus aciertos.
Corazones que ríen en la amnesia más bella, más oscura y sincera,
más inocente y perpetua.
Principio de un Principito que ríe en las noches y resuena en el cielo de los sueños,
como cascabeles vibrando en consonancia, como el desvarío de carcajadas en los últimos versos.