La primavera llegaba el pasado 22 de marzo y con ella las marchas de miles de ciudadanos procedentes de diversas ciudades de España a un encuentro multitudinario en Madrid.
Por Paula Romero González – Informe especial desde Madrid, España
Ocho columnas marcaron el paso durante más de una semana para cumplir con la cita del sábado en Atocha.
Desde todos los puntos cardinales de la península ibérica partieron las columnas del Noroeste (Asturies, Galiza-Bierzo, Cantabria, Castilla y León), Norte (La Rioja, Euskal Herria y Burgos), Nordeste (Aragón, Nafarroa y Catalunya), Este (País Vlencià y Murcia), Sur (Andalucía), Oeste (Extremadura y Castilla la Mancha), Noreste (Galicia) y la Exterior (migrantes). Cientos de autobuses se unieron también al encuentro pacífico y por la Dignidad del propio pueblo español.
Un recorrido que en Madrid comenzaba en la Estación de Atocha hasta la plaza Colón, pero que apenas pudo avanzar debido a la masiva asistencia ciudadana. Más de dos millones de personas confluyeron durante todo el sábado pidiendo “pan, techo y trabajo”.
Desde que estallara el 15M como un movimiento de acción social y de soberanía popular, hace tres años, cientos de colectivos y ciudadanos a título individual han venido denunciando los recortes sociales del gobierno español que empezó tras las crisis económica de 2008; la privatización del servicio público, la impunidad hacia la abolición de los derechos humanos, unido a la deuda pública, el rescate continuado a los bancos, la corrupción y una clase política demagoga y excluyente.
No es casual que los españoles se lancen a las calles, es lo único que les queda para pedir mayor justicia social. El país ya ha tocado fondo y del fondo solo queda resurgir dejando al margen las cenizas. Eso fue lo que, tras más de cinco meses de trabajo, quiso mostrar el pueblo en una confluencia de unión popular. Cientos de colectivos se reunieron en un ambiente festivo y familiar pidiendo, además de mejoras sociales, la dimisión del gobierno.
Sin embargo, lo que empezó siendo un encuentro de acentos, comunidades e ideas bajo una voluntad común, acabó pervirtiéndose en una batalla campal. Durante la lectura del manifiesto de las columnas y antes de que acabara el acto, la policía empezó a atentar contra los manifestantes.
A pesar de que el permiso de la ocupación de la Plaza se extendía hasta las 9:00 pm, media hora antes los noticieros abrían con las actuaciones violentas, manchando el sentido de unas marchas pacíficas y llenas de un sentido Digno.
La violencia se apoderó de las calles y los antidisturbios bloquearon las salidas mientras lanzaban gases lacrimógenos y pelotas de goma. Agredieron a las personas que levantaban las manos al grito de “estás son nuestras armas” y, mientras sonaba la Solfónica: “Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad”, miles de ciudadanos huían buscando una salida.
Los medios generalistas y la prensa oficial no han dejado de repetir dichas imágenes estremecedoras, obviando la labor de miles de ciudadanos que unieron sus fuerzas y caminaron cientos de kilómetros para dar ejemplo de lucha social. De todo ello solo queda el discurso manipulado de un vandalismo acentuado en las marchas.
Al día siguiente, Adolfo Suárez, el primer Presidente tras la dictadura de Franco, moría. La primavera española lloraba la pérdida de una figura clave de la Transición, mientras Madrid amanecía dolorida y cansada.
Pero las calles de la capital continúan latiendo. A medio día se volvieron a concentrar, tras una asamblea multitudinaria, reclamando la libertad de los detenidos y la revisión de la Constitución; mientras tanto, dentro de las instituciones, la clase política cumplía con el protocolo y mantenía el luto por la muerte del “Padre de la democracia”. Todo un simbolismo histórico marcado por la paradoja de los acontecimientos.
En Madrid se encendió la mecha de la primavera y solo queda esperar a que, como hicieron los caminantes de las marchas, los pasos vuelvan a unirse.
Publicado el 25 de marzo de 2014 tras las marchas del 22M: Lachachara.co