“Puedo tomar mis propias decisiones y cada decisión, condicionará mi vida. Somos mayores para decidir y por eso hay que pensar bien antes de actuar”, menciona Martín Pacherres Chinchai en su clase de apoyo sobre las buenas prácticas ciudadanas y el fortalecimiento de habilidades sociales.
Martín es un joven de 16 años que lleva más de 5 asistiendo al programa de apoyo a la formación integral de CANAT ‘Manitos Trabajando’. Aunque según las formadoras, “llegó desde la barriga”, ya que su mamá acompañaba a su hija a las reuniones del programa cuando él todavía era un bebé.
Antes trabajaba en el mercado todos los días, era cargador de bultos pero poco a poco ha ido invirtiendo su tiempo en la formación escolar. Por las mañanas realiza las tareas de la casa mientras su mamá está trabajando, luego participa en Manitos hasta que se va a la escuela. Los fines de semanas, acude al mercado a vender helados y así, apoya económicamente a su familia.
Martín en uno de esos chicos que viven a las afueras de Piura, en los asentamientos humanos que rodea la ciudad, y cuyo futuro está marcado desde que nacen. Las condiciones sociales y económicas de los chicos con frecuencia les obligan a abandonar los estudios para afrontar los problemas del hogar, renunciando con ello a su infancia y desarrollo educativo. Pero en todo desierto siempre hay un oasis que brinda manantiales de esperanza, como es el caso de CANAT, un lugar donde los chicos pueden perfilar los trazos del camino que van a emprender.
CANAT, en constante construcción
El Centro de Ayuda a Niños y Adolescentes Trabajadores, conocido como CANAT, es una asociación civil sin ánimo de lucro, que nace hace 17 años por iniciativa de un grupo de jesuitas españoles y de personas comprometidas con los problemas de la región, concretamente Piura.
Las conversaciones para la formación de esta organización surgen tras realizan un escáner previo de las problemáticas más manifiestas dentro del mercado de Piura. La cantidad de niños trabajadores que viven en riesgo de exclusión preocupó desde un inicio a esta organización que optó por hacerle frente con un proyecto que defendiera los derechos de los niños.
“Somos una institución que ante esta realidad, no podemos cerrar los ojos porque detrás de esa problemática de trabajo infantil se encuentra la respuesta a problemas más grande como padres sin trabajo, familias que han emigrado del campo a la ciudad en busca de mejores condiciones…; y eso obliga a los niños a buscar trabajo”, menciona Gabriela Rentería, directora del centro.
CANAT comienza con un proyecto piloto en el 1994 que atiende alrededor de unos 100 niños entre 7 y 17 años, y que dos años después se concreta en el programa ‘Manitos Trabajando’. La finalidad era que pudieran combinar el trabajo del mercado con la escuela y asegurar, a través del refuerzo escolar, que los chicos terminarían su educación básica para que alcanzasen un proyecto de vida.
Pero la propuesta de CANAT fue mucho más lejos llegando a proporcionar una formación integral en la que la institución ejerce como intermediario entre los padres y el colegio, además de proponer talleres de música, pintura, deporte y tiempo libre, o los espacios del comedor y las duchas para que puedan cumplir con los horarios. “Con este programa se pretende ganarle terreno al trabajo infantil y que estos chicos tengan cada vez más actividades propias de la infancia y la adolescencia de manera paulatina”, destaca Gaby, como la conocen dentro y fuera de la institución.
Dos años después de que se concretara la organización, en el 89, llegaron las lluvias con el fenómeno del Niño, y eso provocó que se duplicara el número de participantes en el programa. La directora menciona cómo ello dio lugar a que se dejara ver un problema aún más fuerte y es que la mayoría de adolescentes excluidos del seno educativo eran mujeres, que dejaban pronto la escuela para someterse al trabajo invisibilizado, como el del hogar, y muchas acababan siendo víctimas de engaños, trata o explotación sexual.
“A partir de esa necesidad, surge ‘Manitos Creciendo’ que va dirigido a adolescentes trabajadores entre 14 y 18 años, que no tienen posibilidad de continuar estudios superiores” agrega Gaby, que atiende mil cosas a la vez mientras contesta las preguntas.
Por ello, CANAT lanza la propuesta de formación técnica alternativa para que los jóvenes mejoren sus condiciones laborales y aprendan un oficio. En el año 2000, se pone en marcha un local propio con instalaciones para el aprendizaje de cocina, vestido y confección, cosmetología y mecánica. Aunque es una institución mixta y con perspectiva de género en todas sus líneas de trabajo, un 70% de las participantes son mujeres, puesto que son las que más sacrifican sus estudios para hacer las tareas domésticas que no son remuneradas ni reconocidas por la sociedad.
El tercer programa surgió más tarde, después de que varias promociones de manitos saliesen y se conectaran con un voluntariado en sus barrios. La finalidad de estos chicos era poner en práctica los valores adquiridos con los más pequeños de su comunidad, brindándoles un espacio de recreación propia de la infancia que muchos no tienen. Así surgen la Ludotecas ‘Manitos Jugando’, o como yo las llamo, permitiéndome una licencia poética, el “lugar de nunca jamás”.
En ellas, el programa interviene a través de voluntarios de la región o extranjeros que vienen con algún programa de cooperación internacional. “Necesitaba ampliar las fronteras físicas y mentales, sentir que no trabajaba solo para producir desde una oficina, sino que lo hacía desde el terreno, con y por las personas que estuvieran dispuestas a permitirme adentrarme un poquito en sus vidas”, menciona Cristina Blanco Iglesias, psicóloga española y voluntaria en CANAT.
Ana María Ruiz, también es voluntaria española, tiene 73 años y era profesora antes de jubilarse. Sin embargo, su pasión por la enseñanza le ha llevado a insertarse dentro del programa ‘Manitos Trabajando’ y apoya a los chicos en refuerzo escolar. “Llegué en 2006 por una amiga que me comentó y desde entonces regreso todos los años a Piura”.
Dos días a la semana, los más pequeños de los asentamientos Mónica Zapata y Ricardo Palma acuden a su cita con los mayores para jugar a a ser niños. A su vez, trabajan para reforzar normas y prácticas de convivencia, ciudadanía y estimular el desarrollo de los más pequeños.
El centro cuenta con tres líneas de trabajo insertado en los tres programas: el desarrollo de capacidades y habilidades sociales, la formación técnica y laboral, y la afectividad y autoestima. “Trabajamos con unos 400 niños en los tres programas, y en todos ellos la familia es fundamental”.
Se potencian las relaciones emocionales con las familias sin que haya un reemplazo. CANAT tiende un puente para que haya espacios de encuentros donde resuelvan sus problemas sin violencia, se fortalezcan las relaciones a través de talleres y de desarrollo personal.
A su vez, los jóvenes del programa ‘Manitos Creciendo’ realizan sesiones de prácticas en diferentes ámbitos, como es el Centro Juvenil Miguel Grau, el hospital siquiátrico de San Juan de Dios (Crempt) y la proyección comunitaria, que se realiza en los caseríos donde viven varios chicos y de esa forma intercambian experiencias con los más pequeños de las ludotecas.
Proyectando futuro
“Las campañas nos ayudan a interactuar y comprender la realidad de personas distintas. Nos ayudan a crecer como personas porque aprendemos a saber cómo tratarlos y cómo brindarles nuestra alegría”, señala Elisabeth Inga Segura, alumna del taller de confección.
Ella y su compañera, Maryurit Mas Carrasco, se sienten muy afortunadas de pertenecer a CANAT y estar trabajando en la construcción de un futuro profesional en el ámbito de la industria y el textil. Ambas quieren montar su propia empresa en un futuro y por ello asisten cada tarde al programa ‘Manitos Creciendo’.
“Hemos ido a diferentes lugares y allá ponemos nuestros conocimientos en prácticas y también hacemos compañía, conversamos, hacemos juegos…”. Cada año, la institución planifica diversas actividades con la finalidad de que los alumnos conozcan otros espacios y tomen una mayor consciencia de la importancia de obtener un proyecto de vida.
“Cuando fui al centro juvenil no pensé encontrar a gente que conocía y que habían estudiado en mi colegio. Nosotros ahora tenemos una oportunidad y debemos valorarla. Estas campañas nos ayudan a solidarizarnos con ellos y darles nuestro apoyo”, agrega Inga Segura.
Los chicos de los distintos talleres apoyan con el desempeño de las labores que han aprendido, por ejemplo, los de cocina preparan un ceviche, las de cosmética realizan cortes de cabello y las de confección se encargan de decorado. Además ponen en prácticas las pautas democráticas aprendidas y conversan con el colectivo visitado.
“En las Ludotecas, los niños corrieron hacia nosotros y nos mostraron mucho cariño. Estas son cosas que no esperábamos experimentarlas y que las campañas nos dan”, concluye Maryurit.
Los alumnos que muestran interés empiezan las prácticas con una empresa en horario de mañana mientras asisten a la formación en la tarde. CANAT gestiona el acuerdo con los particulares para que les brinden los pasajes y el almuerzo a cambio de un mínimo de 350 horas, aunque la finalidad siempre es que se queden trabajando en el lugar.
Conocer y poner en práctica los derechos de los niños es otra de las tareas que CANAT se marca en su hoja de ruta. Por eso, cada año los jóvenes salen en una visita a todas las instituciones gubernamentales para conocer a dónde deben acudir en caso de que tengan algún problema. Entre las instituciones que plantea una serie de alianzas estratégicas se encuentra el Centro de Emergencia de la Mujer, a la cual derivan los casos cuando hay alguna situación de violencia sexual o maltrato físico, la Defensoría del Pueblo, que asesora al centro y realiza actividades en común, el Seguro Integral de Salud, la Defensoría Municipal del Niño, Niña y Adolescentes que deriva los casos al Juzgado de Familia o el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, que les apoya en el registro de células.
“Promovemos los derechos de los niños y adolescente, no estamos de acuerdo con el trabajo infantil. En ese sentido, prevenimos, apoyamos y articulamos con otras instituciones como por ejemplo CANAT, y siempre nos apoyan de cara a las actividades que realizamos. Además de la orientación, cuando presentan algún caso especial nosotros lo coordinamos con la defensoría”, señala la directora de DEMUNA, María Teresa Chereque.
Manitos cosechando
Lucero Lourdes Villegas coordina el programa de radio que ejecutan los egresados de CANAT. Esta propuesta surge hace más de 7 años con el proyecto Calandria para la proyección de programas radiales comunitarios informando sobre tema de sexualidad. Pero una vez Calandria se va, solo CANAT asume el compromiso de darle continuidad al programa.
“Ahora estamos en Radio Cutivalu, que es una radio para las zonas rurales más alejadas del distrito. Llevamos entretenimiento y educación a chicos que buscan información sobre temas que probablemente no conversen con sus papás, como métodos anticonceptivos o cuestiones sobre el liderazgo…”.
“Somos un altavoz para las autoridades, les hacemos ver que aún existe gente necesitada y que requieren ser incluidas en la sociedad”, subraya otro voluntario de Piura, Jhonatan Carhuattocto, quien decidió participar del programa porque “quería aportar un granito de arena” dentro de su ciudad y eso le “ha ayudado a aprender sobre las relaciones interpersonales, las posibilidades de conocer a personas diferentes con distintas prácticas y culturas», asegura que el voluntariado ha cambiado su visión del mundo”.
Cada año, los trabajadores de CANAT y los propios egresados de manitos propagan la voz sobre la oportunidad gratuita que les brinda esta institución, salen a la calle y buscan chicos que se encuentren en las zonas más alejadas. “Las salidas y el seguimiento a las familias nos ayuda a poner los pies sobre la tierra”, menciona Gaby, una mujer que sabe cómo hacer de su agenda una buena cosecha de futuro para todos los que se cruzan en su camino.
Publicado en la revista dominical Semana del diario El Tiempo en Piura: Un oasis para niños y adolescentes
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Gracias Paula querida!
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