“No nos vamos, nos echan”


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Cada vez son más los españoles que se ven obligados a salir de su país.

La precariedad laboral, el desempleo, la privatización de la educación, sanidad y servicios públicos, la dificultad de acceso a la vivienda, los desalojos y la consecución de contratos basura, unido a la feroz crisis que lleva asolando al sistema político y económico español desde 2008, está dando pie a que los más jóvenes busquen alternativas en otros países.

Reino Unido, Francia y Alemania son los principales lugares elegidos por los españoles, no solo por la accesibilidad en los desplazamientos dentro de Europa, sino por las garantías y prestaciones laborales que dichos países prestan. Sin embargo, en los últimos meses, se han incrementado los destinos y muchos deciden emprender su futuro en Latinoamérica.

Foto1A los jóvenes les llama la atención la facilidad con el idioma, la presencia empresarial  española y el crecimiento económico de una tierra que apenas está comenzando a explotar su potencial. Por ello, muchos deciden radicarse “al otro lado del charco”. Ecuador y Venezuela encabezan los lugares más demandados, aunque están los que deciden asentarse en Colombia.

Si hace unos años España era la fiesta de las hipotecas y la cuna del dinero fácil a través del ladrillo y la construcción, ahora es el sepulcro de la economía y el lecho de la austeridad. La grandeza imperial de lo que un día fue la Madre Patria muy lejos queda de la agonizante situación que hoy posee.

España, con más de cinco millones de parados de los cuales el 55,5% son jóvenes, encabeza, después de Grecia (27%), el país con mayor desempleo de la Unión Europea con el 26,2%, y se coloca, según el indexmundi, entre los treinta países con mayor tasa de desempleo.

Las demandas y presiones provenientes de Europa y el liderazgo alemán para alcanzar a suturar en el menor tiempo la deuda pública (cifrada actualmente en 882.339 millones de euros), ha llevado al gobierno a retroceder en la concesión de derechos sociales adquiridos tras años de dictadura y represión junto con la asfixia ciudadana.

La subida del IVA y la serie de reformas que pretenden paliar la crisis a costa del bienestar de la comunidad, unido a los escándalos de corrupción internos de los partidos –recientemente el Partido Popular dirigido por el presidente Mariano Rajoy-, está poniendo en pie a la ciudadanía y el descontento generalizado se está evidenciando en consecutivas revueltas y manifestaciones sociales, suicidios, pérdida de credibilidad pública o, para los que aún ven algo de luz, las salidas del país.

Durante años, el Estado español incorporó en los presupuestos generales una gran suma de dinero para invertir en la educación. Sin embargo, esos jóvenes que se beneficiaron de becas, ayudas y prestaciones para formarse e ingresar luego en el mercado laboral de la península ibérica están cogiendo sus maletas para contribuir al desarrollo de otro país; lejos de la familia y el hogar.

El primer ministro italiano, Mario Monti, en un impulso de cinismo hacia el pueblo, se atrevió a decir aquello que todos los dirigentes pensaban, pero que ninguno había tenido la cara de asumir: «los jóvenes deben acostumbrarse a la idea de que no tendrán un trabajo fijo para toda la vida». «Además, admitámoslo, qué monotonía. Es bonito cambiar y aceptar los desafíos», expresó en medio de una de las coyunturas más difíciles para Europa y que, sin duda, ha asumido el gobierno español.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadísticas) 1.609.989 de personas han salido en los últimos años del país. De enero a septiembre de 2012 se registraron 137.628 y se aprecia que uno de de cada cinco emigrantes en otros territorios es español.

Juventud sin futuro

Foto4Ante el fuerte éxodo que vive actualmente en España, se ha creado Juventud sin Futuro, un portal en internet que recoge las historias de miles de jóvenes que hoy ocupan un lugar en otra parte del mundo. Esta plataforma surge en abril de 2011 con la participación ciudadana del 15M o ‘indignados’, movimiento que ocupa las calles a nivel mundial en pro de una democracia real.

 “No nos vamos, nos echan” es el lema que ha impulsado esta iniciativa que trata de “poner cara e historia a los números”, comenta Jesús Gil Molina, integrante de esta.

Jesús se encuentra actualmente en Argentina. “Vine porque mis padres viven aquí. La perspectiva del exilio se hace más llevadera teniendo una casa segura donde dormir y un pequeño núcleo para apoyarte. Si no hubieran estado aquí, me hubiera ido a otro lado de Europa”.

Mauricio es un ingeniero técnico electrónico que después de ocho meses en el paro tuvo que tomar la decisión de irse con una empresa al extranjero. Ahora está en Venezuela y “cuanto más miro ofertas en España, más me convenzo de que estaré aquí por una larga temporada”.

Karmen, por otro lado, vive en Marrakech (Marruecos), ella perdió su empleo en España, ahora “trato de sacar adelante mi propio proyecto y aquí están siendo todo facilidades”.

Estos son algunos de los testimonios de las 6.000 voces que ya han indexado en los pocos días que lleva la campaña ‘#sin casa, #sin curro, #sin miedo’, de Jóvenes sin Futuro.

Pero este fenómeno no es nuevo. Ya ha mitad del siglo XX España sufrió un fuerte éxodo migratorio. La extrema pobreza y retraso social durante régimen de Francisco Franco, junto con la llegada en 1959 del Plan de Estabilización que abría la economía al mercado exterior, dio lugar a que los españoles perdieran su empleo y buscaran alternativas en otras partes de Europa.

Sin embargo, algunos analistas económicos reconocen que esto trajo consecuencias positivas para el país, ya que muchos regresaron con más capacidades y competencias tecnológicas, mano de obra más sofisticada, envío de remesas que propiciaban el crecimiento económico, junto con un respiro en el mercado de trabajo (ahorro en prestaciones de desempleo, seguridad laboral etc).

Cincuenta años después parece que se repitiera la historia, aunque existen diferencias en la migración que viven los jóvenes españoles de hoy. “Ambos están condicionados por factores externos”, comenta Jesús. “La diferencia es que la primera estuvo enmarcada dentro de la dictadura española. Los desplazados en aquellos años fueron jóvenes, pero muchos con familia, y se marcharon para poder mantener a los que se quedaba en el país. Además, la cualificación era baja. Ahora nos encontramos con un goteo incesante de gente muy preparada que se va sola a buscar un futuro mejor y no un sustento para su familia. Es una emigración que posiblemente no tenga un retorno como mayoritariamente tuvo la de mediados de siglo”.

“Pan para hoy y hambre para mañana”

foto3La Unión Europa se creó bajo el objetivo común de introducir estándares de bienestar a una serie de países, a través de una economía integrada. Pero ante una actualidad crítica en el mundo, con la escasez de recursos como telón de fondo, muchos países se están viendo obligados a despertar del espejismo social que mantenía una artificialidad en el nivel de vida.

Ahora la clase política está respondiendo a las peticiones externas en defensa de su propio status quo y los gobernantes están primando los beneficios de las cúpulas de poder en detrimento de la ciudadanía. Toda una consecución lógica de decisiones por parte de la dirigencia global que responde a su interés por mantener una posición dominante y el control de los recursos productivos.

Si el presente de la economía española es crítico, su futuro parece ser aún más sombrío; y eso es lo que actualmente preocupa a los jóvenes. El gobierno español está impulsando medidas para solventar los problemas de hoy, pero está dejando un lastre en la sociedad del mañana, que traerá a largo plazo consecuencias muy negativas como “el envejecimiento de la población, la escasez de mano de obra cualificada, o el retraso general del país”, añade Cecilia Argudo Castellar, activista del movimiento 15M.

Al dicho popular: “pan para hoy y hambre para mañana” viene respondiendo la actuación política española que, entre escándalos y corrupción, está tocando fondo. Pero esta no es solo una crisis económica, sino una crisis emergente en la ausencia de valores que transciende a todos los sectores de la sociedad.

Publicado en febrero de 2013 en la revista dominical de cultura: Revista Latitud

Con la colaboración de la plataforma «No nos vamos, nos echan»

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